MITOLOGÍA GRIEGA:
Atenea es una divinidad guerrera que nació llevando la coraza puesta y la lanza en la mano, pero también encarna a la razón. Inventó los carros de combate, dirigió la construcción de la nave Argos, enseñó a los seres humanos el arte de domar los caballos, así como las técnicas de la alfarería, de los telares y de los bordados. Habiendo puesto sus ojos sobre la tierra del Ática, tuvo que luchar por ella contra su tío Poseidón. Los dioses fueron convocados para juzgar el caso y se pronunciaron a favor de Atenea, que dio su nombre a la ciudad de Atenas.
MITOLOGÍA ROMANA:
Minerva era la diosa de la sabiduría, hija de Júpiter, rey de los dioses, equivalía a la diosa griega Atenea. Minerva nació de la cabeza de Júpiter, ya crecida y vestida con una armadura. Cruel y belicosa, era patrona de los guerreros, la defensora del hogar y del Estado y la encarnación de la sabiduría, la pureza y la razón. Era también patrona de las artes, de la artesanía y de los comerciantes. Con Júpiter y Juno, era una de las tres deidades principales del Estado Romano.
Casta y virgen, Atenea hizo que se volviera ciego el tebano Tiresias porque la había sorprendido un día bañándose. Sin embargo, sensible a la inocencia de su víctima, le concedió el don de la adivinación. Hefesto intentó seducirla y fue brutalmente rechazado; arrojado al suelo, el dios empapó la tierra, de la que surgió Erictonio, al que Atenea aceptó educar.
En el siglo V a.C., Atenea tenía en la acrópolis tres templos, de los que el más famoso era el erigido por encargo de Pericles y que se le conoce con el nombre de Partenón. Protectora de Atenas y de otras ciudades, esta diosa encarna para los griegos los aspectos más positivos de su civilización.