MITOLOGÍA GRIEGA:

Zeus era el dios supremo, soberano de los dioses, de los hombres y del mundo. Personifica el cielo y la luz, y es el señor de la vida y de la muerte.
Es él quien reparte las gracias y las desgracias. Homero cuenta en la Ilíada que en la puerta de su palacio había dos ánforas, de las que Zeus cogía para distribuir alternativamente, según su estado de ánimo, bienes o desgracias.
Era hijo de Cronos y de Rea, fue salvado por su madre de ser devorado por Cronos. Creció en una caverna de de Creta bajo la protección de los Curetes (sacerdotes - soldados de Rea), y alimentado con la leche de la cabra Amaltea.
En la adolescencia, Zeus decidió que había llegado el momento de destronar a Cronos. Ayudados por los consejos de Metis (la sabiduría), hizo beber una pócima
a su padre para que vomitara a sus hermanos y hermanas a los cuales su padre había engullido.
Con la ayuda de ellos, declaró la guerra a Cronos y a los titanes. Tras diez años de duras luchas, Zeus y los olímpicos obtuvieron la victoria; repartieron el poder y quedó dividido de la siguiente manera: Zeus obtuvo el cielo, Poseidón el mar, Hades el mundo subterráneo. Pero Zeus consiguió el poder absoluto sobre el Universo.
Las uniones de Zeus tanto con diosas como con mortales son innumerables. Por miedo a que Metis, su primera mujer le diera un hijo que después lo destronara, Zeus la devoró cuando vio que estaba embarazada.
Hay dos versiones según las cuales fue Prometeo o Hefesto quien le abrió la cabeza de un hachazo, permitiendo que naciera Atenea, que llegó a la vida vestida con sus armas. Temis, una de las titánides, fue su segunda esposa. Ella le dio por hijas a las Horai (Las Horas), que se llamaban Eirene (La Paz), Eunomía (La Disciplina) y Dike (La Justicia); y también a las Moiras, las que estaban encargadas de regir los destinos humanos. Luego Zeus se unió con Dione, una titánide, de la cual surgió un mito, según el cual de esta unión nació Afrodita. Tuvo un sinnúmero de relaciones amorosas, que le proporcionaron hijos e hijas: De Eurínome (hija de Océano) nacieron las Gracias, Eufrósine y Talía; de Mnemósine (titánida que simboliza la memoria) las Musas; de Leto, Ártemis y Apolo. De su matrimonio con su hermana Hera nacieron Hebe, Ilitia y Ares. Con otra de sus hermanas, Deméter, tuvo a Perséfone.
No hay región en el mundo helénico que no presuma que tiene un héroe que sea hijo de los amores de Zeus con una mortal.
Terminada la guerra contra los titanes, Zeus pasó a simbolizar el triunfo sobre las fuerzas incontroladas de la naturaleza. Muchísimos fueron los santuarios dedicados a Zeus, tanto en Grecia como fuera de ella. El más famoso fue el de Olimpia, que se convirtió en centro de la vida religiosa, y cada cuatro años se celebraban unos juegos olímpicos, que tuvieron como precursor a Heracles.
En varias ocasiones, se pudo constatar que Zeus no era ni omnipotente ni omnisciente, puesto que hubo quienes se le opusieron con éxito y quienes le engañaron.
Se cuenta que Zeus era una amalgama de muchas divinidades; la heterogeneidad de su personalidad explica a su vez las dos ideas que se suele tener de él; uno lo muestra como un ser orgulloso y noble, y la otra como un tipo grotesco y vil. Tiene un porte impresionante: Lleva una coraza hecha de piel de cabra recubierta con escamas, y con serpientes en los bordes; su animal emblemático es el águila, y la encina es su árbol favorito.
MITOLOGÍA ROMANA:
Júpiter era el dios soberano, hijo de Saturno, a quien derrócó. Originalmente, dios del cielo y rey del firmamento, Júpiter era considerado como dios de la lluvia, el rayo y el relámpago. Como protector de Roma se le llama Júpiter Optimus Maximus (el mejor y el más grande) y se lo veneraba en un templo sobre el monte Capitolino. Como Júpiter Fidius era guardián de la ley, defensor de la verdad, y protector de la justicia y la virtud. Los romanos identificaban a Júpiter con Zeus, el dios supremo de los griegos, y asignaban al dios romano los atributos y mitos de la divinidad griega; el Júpiter de la literatura latina, por tanto, tiene muchas características griegas, pero el Júpiter del culto religioso romano se mantuvo esencialmente libre de la influencia griega. Con las diosas Juno y Minerva, Júpiter formaba la tríada que constituía el culto central del Estado romano.