MELILLA

LEYENDA DE DON BENITÓN

 

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Cuenta la leyenda que allá por los años finales del siglo XVIII nació en Minglanilla, de familia humilde y jornalera, un niño que cuando creció era de una musculatura robusta y una estatura gigantesca, de tal manera que todas las personas le llamaban Don Benitón. Como su familia era pobre, no tuvo oportunidad de ir a la escuela y casi no sabía leer ni escribir. Su juventud transcurrió trabajando duro de jornalero, leñador y en las minas de la sal. Era un hombre muy religioso y bueno. Era tan fuerte que cuando iba a por leña al campo con su borrico, él cargaba a sus espaldas más leña que su propio asno. Un día en la mina de sal, cuando contaba dieciocho años, le hicieron una prueba de fuerza que consistió en sostener en sus hombros 483 kilos de sal. No solamente aguantó este peso sino que subió con esa carga un escalón de la mina y se comió una libra de pan. A esa edad era ya de cinco pies y ocho pulgadas. Cuando fue a la mili, el coronel de su regimiento ordenó que le dieran dos raciones de comida. Al poco tiempo demostró su valor y fue nombrado cabo de gastadores. En la Guerra de la Independencia, contra los franceses, salvó a su coronel herido. En el sitio de Tarragona, por su arrojo y heroicidad, fue nombrado sargento 2º. Al terminar la guerra consiguió el grado de capitán y pasó a la guarnición de Melilla. Aquí, un día paseando con un amigo fue acorralado por los moros, y por no enfrentarse a ellos ya que su amigo tenía mujer e hijos, se entregó. Cuando los moros vieron la fuerza que tenía quisieron obligarle a renunciar a su religión en favor de Mahoma, a lo que él se negó en rotundo y fue castigado a labrar con un buey. Una noche de fuerte tormenta aprovechó D. Benitón la visita de su carcelero para escapar. Llegó a Melilla contando lo sucedido y, gracias a él, su amigo pudo ser liberado previo pago de un rescate. De allí marchó a Murcia pero antes de llegar, cuando iba en su coche de caballos, éstos se desbocaron y D. Benitón se cogió a una rueda y detuvo el coche en el acto. Cuentan que en otra ocasión, estando en Valencia, el ama de la casa donde vivía quería comprar naranjas y por impedimento físico no podía bajar las escaleras; entonces D. Benitón bajó a la calle y a un naranjero que vendía naranjas con su burra le explicó la situación resolviendo coger la borrica con las naranjas y subirla a cuestas hasta la casa para que su señora pudiera escoger personalmente las naranjas que deseaba. Después volvió a coger la burra y la bajó a la calle de nuevo. Tal era su fuerza que un día su general quería examinar un cañón pero no tenía tiempo para ello, así que D. Benitón fue donde estaba el cañón, lo cogió y se lo llevó hasta la puerta del despacho del general para que éste pudiera verlo sin moverse de su sitio.

En el año 1825, D. Benitón regresó a Minglanilla para vivir allí junto a su mujer y sus hijos. Al llegar, un grupo de vecinos le increparon que ya estaba viejo y que no era tan fuerte. Para demostrar que estaban equivocados los retó a una prueba en la que D. Benitón debía ser agarrado por un brazo por dos hombres y enfrente de él sobre una mesa se colocaría una botella de vino y un vaso, y él aseguraba que se bebería toda la botella, vaso por vaso, sin derramar una gota, a pesar de estar sujeto por cuatro hombres. El resultado fue que se bebió el vino. En otra ocasión, en la ciudad de Cuenca fue retado por un hombre apodado El Chato, diciéndole que era viejo y que no valía para nada; tanto increpó a D. Benitón que le dio unos azotes, como los que se dan a los niños, dejando a El Chato el culo amoratado por unos días y con cierta cojera.

Durante la Guerra Carlista, el cabecilla Sempere entró en Minglanilla y fue a la posada a descansar y tomar aliento. Don Benitón se personó para saber qué clase de gente era y en el mismo momento que entraba a la posada uno de los soldados gritó: "¡que viene el enemigo!", buscando la forma de cerrar las "portás", a lo que se prestó D. Benitón empujando éstas con sus anchas espaldas. Desde fuera, como no podían abrir, descargaron cinco trabucazos que impactaron en el cuerpo de D. Benitón cayendo al suelo malherido. Cuando entraron los nacionales y lo vieron se dieron cuenta del error que habían cometido y lo llevaron a su casa para que lo curaran. De las cinco balas que tenía en el cuerpo cuatro sanaron, pero la quinta le produjo gangrena que fue la que lo condujo a la muerte en 1848.

muralla    paisaje de Melilla    escultura

TODO OCURRIÓ.........

...durante una fría noche de invierno, cuando Christen Myers, una universitaria de 19 años de edad, tuvo hacer las veces de canguro para conseguir algo de dinero. La joven debía hacerse cargo de los hijos de un matrimonio que vivía dos manzanas más abajo de su casa. Se trataba de dos niños, uno de 4 años y el otro de 14 meses, que apenas le causarían molestias.
Al dar las diez de la noche, Christen acudió al domicilio del matrimonio donde pasaría la peor noche de toda su vida...
Era una casa enorme, tenía dos pisos y una buardilla de esas antigüas que parecía haber salido de una película de terror. Arriba se encontraba la habitación de los niños y la de la pareja y en la parte de abajo había un gran salón donde la joven aprovecharía para seguir con sus estudios mientras estaba pendiente de las necesidades de los críos.
A las diez y media les puso el pijama y los subió a la habitación en la que dormían rodeados de unos grandes muñecos de peluche que parecían tener vida propia.
El tiempo comenzó a pasar lentamente y por fin llegó la media noche. El cielo estaba completamente oscuro y una fina lluvia comenzó a golpear los cristales de la casa. Minutos más tarde, empezó a empeorar el tiempo, y lo que en un principio era una inofensiva lluvia de cuatro gotas de agua, llegó a convertirse en una de las más aterradoras tormentas de los últimos tiempos.
Debido a una subida de tensión en los conductos de corriente, las luces del salón se fundieron una por una y la joven comenzó a notar como el miedo recorría su cuerpo de pies a cabeza.
De pronto comenzó a sonar el teléfono y la muchacha corrió a cogerlo pensando que se trataría del matrimonio. Pero no fué así, al otro lado del teléfono podían escucharse los gemidos de un hombre que parecía querer asustarla. Era una voz profunda y tétrica, realmente aterradora!
La joven apenas podía entender lo que aquel hombre decía, era casi imposible descifrarlo! El miedo la envolvía cada vez más y la voz de ese personaje se hacía más aterradora.
La casa estaba completamente congelada, hacía un frío espantoso, pero... ¿de donde procedía? Era como si alguien se hubiese dejado una ventana abierta, pero ella ya se había asegurado de cerrarlas todas antes de acostar a los niños.
El teléfono comenzó a sonar de nuevo; en ese mismo instante los críos comenzaron a gritar de una forma agonizante. Christen recordó que podía utilizar el localizador de llamadas para poder saber de donde procedían las llamadas y de quien era la misteriosa voz que la acosaba. Descolgó el teléfono, pulsó la tecla de localización y esperó durante unos cuantos segundos.
Un 'bip' fue el decisivo para desvelar el misterio, pero no hizo que el miedo desapareciese, ¡sino todo lo contrario!. Lo que la joven descubrió en esos instantes la dejó sin apenas poder respirar! Las llamadas procedian...

 

...DE LA HABITACIÓN EN LA QUE SE ENCONTRABAN LOS NIÑOS DURMIENDO!!!!!!

Por el auricular del teléfono pudo escuchar como la voz del hombre le decía a gritos: - "Quédate ahí quieta, enseguida bajaré a por tí..."
"Si alguna vez os quedáis solos en casa aseguraros de cerrar bien todas las puertas y ventanas o el mal podrá colarse a través de ellas"

                     

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