SEGOVIA

 

Leyenda de la Mujer Muerta
Desde Segovia se puede observar la silueta de
una montaña conocida como "la Mujer Muerta".
Su formación según una antigua leyenda se
debió a los siguientes hechos: Muerto el jefe de
una tribu que vivía en el cerro donde ahora se
encuentra el Alcázar, su mujer crió a dos niños
gemelos que, con el tiempo se enfrentaron

Acueducto

para gobernar a la tribu. La madre desesperada ante
la lucha de los hermanos ofreció su vida a cambio
de la de sus hijos. Cuando éstos iban a enfrentarse,
una gran nevada (en verano) se lo impidió. Pasado
el temporal, comprobaron que una montaña
cubría lo que anteriormente había sido una llanura.
Dios había aceptado el sacrificio de la madre y
cubrió su cuerpo yacente con nieve.

 

pedraza       La fuencisla

 

Leyenda del Acueducto

Cuenta la leyenda que el Acueducto fue obra del diablo. Éste intentaba conseguir el alma de una muchacha que cansada de bajar a por agua a las fuentes que había en el valle estaba dispuesta a cualquier cosa con tal de dejar tan fatigoso trabajo.
Un día el diablo le ofreció construir un gran puente a cambio de su alma. La muchacha aceptó pero con la condición que debía estar terminado en una noche. El diablo se puso manos a la obra y cuando sólo le faltaba una piedra por colocar aparecieron los primeros rayos del Sol, con lo que perdió el alma de la muchacha. Hay quien dice que los agujeros que se ven en las piedras del Acueducto son las huellas de los dedos del demonio.

El montón de trigo

Leyenda de María del Salto

Este hecho ocurrió durante el reinado de Fernando III. Vivía en Segovia una joven llamada Esther que a pesar de ser judía se sentía atraída por la religión de Cristo. Algunos judíos lo descubrieron y no descansaron hasta buscar una excusa para castigarla. Consiguieron con ayuda de la mujer de un hidalgo y falsos testigos acusarla de ser la amante de su esposo. La ley judía castigaba este pecado con la muerte por lo que fue hecha prisionera y llevada hasta unas peñas para ser despeñada.
Cuando la empujaron, Esther se encomendó a la Virgen de la Fuencisla. Mientras caía apareció una paloma que la ayudó a descender lentamente posándose sobre el suelo sin sufrir ni un rasguño.
Tras el milagro le pusieron el nombre de María del Salto y a partir de ese momento se dedicó al cuidado de la Virgen de la Fuencisla.

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